Ingeniería Electoral: Indispensable para ganar elecciones

Se puede ganar una campaña y perder una elección.

La principal diferencia entre ganar una campaña y ganar una elección consiste en que la primera genera fama y la segunda poder.

Desde otra óptica un poco mas ingenieril, diseñar una estrategia de campaña para ganar una elección requeriría como desarrollar un análisis algo más profundo. Para los expertos, esto significaría empezar por identificar aquellas variables electorales que inciden y están presentes y actúan políticamente de manera previa y durante todo el proceso electoral.

De allí en adelante y utilizando metodologías cualitativas trasladar los cálculos y proyecciones al análisis cuantitativo, con la finalidad de construir un modelo que posibilite determinar la incidencia de ciertos factores claves al proceso electoral, finalmente se obtienen soluciones que determinarían las probabilidades de triunfo de cada uno de los candidatos en relación a las condiciones políticas, sociales, económicas, de seguridad y legalidad que se viven en ese momento dentro de un contexto.

«El estratega que haga más cálculos, más probabilidades tiene de ganar»

La estrategia electoral debe considerar todos los escenarios posibles y determinar las probabilidades de realización de cada uno de ellos. El poder que está en juego en un proceso electoral no puede estar sujeto a la suerte, deseo, superstición o creencia. Por tanto, no se debe otorgar la responsabilidad de diseñar una estrategia de campaña política a personas sin conocimientos profesionales especializados en la materia o dejar que el candidato diseñe su propia estrategia.

Las buenas intenciones no son suficientes ni para llegar al cielo, se requieren buenas acciones, como dice la sabiduría popular “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno…”. 

Los estrategas de la política saben que para ganar una elección dependen de otros factores adicionales al de la intención del voto.

En política el análisis debe ser frío, la pasión de la campaña sólo debe reflejarse en los electores y seguidores, no en los candidatos o equipos de campaña.